Entre lo que se ve y lo que se siente, existe un espacio donde la ciencia y el arte se encuentran. Y es en este espacio, entre el enfoque y la presencia, donde nace el trabajo de Tatiana Vianna, neurocientífica, nutricionista y conferenciante. Encontró en la unión entre el cerebro y la comida una forma de transformar las experiencias en momentos de conexión y consciencia.
Durante su formación académica y experiencia práctica, Tatiana se dio cuenta de que el acto de comer va mucho más allá de la nutrición física. Es un diálogo continuo entre el cuerpo, la mente y la emoción. «La forma en que comemos influye en nuestro comportamiento, nuestra energía e incluso en nuestra forma de comunicarnos», afirma Tatiana.
Fue a partir de esta percepción y de una constante curiosidad por el comportamiento humano que surgió la idea de crear una propuesta única, traduciendo la ciencia en experiencia con el objetivo de unir intención y estética para generar presencia y significado en momentos que a veces pasan desapercibidos.
Así nació EntrefocUS: una iniciativa que transforma los descansos y las comidas en experiencias neurofuncionales, conectando personas, marcas y propósitos a través de los sentidos. En la siguiente entrevista, podrás conocer el camino que llevó a Tatiana a unir neurociencia, nutrición, intención y presencia. ¡Disfruta de la lectura!
¿En qué momento de tu formación académica se te ocurrió la idea de combinar neurociencia y nutrición?
Tatiana Vianna: La idea no surgió de un único camino, sino de una integración entre la experiencia práctica, la curiosidad y la sensibilidad, con una mirada atenta al comportamiento humano. Durante mi formación en nutrición, siempre me llamó la atención (incluso en mi propia relación con la comida, que siempre ha sido muy sana y serena) cómo la comida evocaba respuestas internas mucho más allá de lo físico. Es decir, en la parte emocional, en la parte cognitiva, y en cómo me sentía después de comer o no un determinado alimento.
Vi que había algo más profundo, más allá de lo que ofrecía la formación en nutrición. Fue entonces cuando decidí especializarme en trastornos alimentarios. Esto reforzó mi percepción. Entré en contacto con la nutrición conductual y comencé a estudiar la conducta alimentaria, que va mucho más allá de la elección de qué comer. Implica cada hábito, cada impulso.
¿Qué se relaciona con la función cerebral en este sentido?
El hambre y la ansiedad, por ejemplo, están vinculadas a la función cerebral. En este contexto, me di cuenta de que toda la comprensión y regulación de la conducta alimentaria está asociada a la neurociencia. Fue entonces cuando me sumergí en un máster en neurociencia y comportamiento para comprender la genética, la epigenética y los compuestos bioactivos. También estudié la influencia de la comida y el entorno en nuestro bienestar, y me di cuenta de que comer es un acto neurosensorial, donde cada color, aroma y textura activa circuitos cerebrales capaces de modular áreas importantes y liberar neurotransmisores.
La unión entre nutrición y neurociencia surge de esta curiosidad, de este deseo de visibilizar lo que antes solo sentía en mi relación con la comida, pero sobre lo que no tenía la base científica para hablar. De hecho, EntrefocUS surge de esta traducción práctica de mi trayectoria, donde la ciencia, la estética y la intención se interconectan. ¿Cómo surgió la idea de ofrecer un servicio tan único como EntrefocUS?
Surgió de una gran inquietud, irritabilidad e incomodidad personal. También de una observación que hice mientras participaba en cursos y eventos, tanto en Brasil como en España. Noté que la pausa para el café era la misma en todas partes, independientemente del curso o evento. Vi que la mesa estaba desconectada del objetivo, del tema. Así, en lugar de regresar más conectado, más presente, según las exigencias de cada evento, regresaba más desconectado, pesado e incluso somnoliento. Y esto no me benefició; no despertó mi potencial para beneficiarme de ese curso. Eran pausas involuntarias, con la misma comida, que causaban distracción automática. En lugar de nutrirme, disipaban energía.
A partir de esta incomodidad, y combinando mi conocimiento y pasión por la neurociencia y el comportamiento, vi que todo estaba mal. La gente valora demasiado los cursos y la formación, sin prestar atención a lo que nutre el cerebro. Mi deseo es transformar la forma en que experimentamos el tiempo entre un curso, la pausa y la continuación de esa formación. Creé EntrefocUS para darle un propósito a esta pausa, para optimizarla estratégicamente. Porque el networking también se da alrededor de la mesa. Es necesario generar experiencias que potencien los objetivos, mejoren la comunicación, el bienestar y la creatividad. No comida al azar, sino comida que nutra todo lo que la rodea, prestando atención al sonido, las texturas, los colores y las intenciones.
¿Por qué una pausa para el café tradicional no suele ser suficiente para impactar al público?
Porque es una pausa sin propósito, con una función práctica: comer. En otras palabras, no genera experiencias ni conexiones. Todo es muy automático, y la persona puede regresar al evento aún más cansada y menos atenta.
El enfoque anterior carece de intención y comunicación. La comida, el color y el ambiente deben elegirse intencionalmente para evocar emociones específicas que generen energía en el cuerpo y los participantes, así como un estado de presencia. Esto regula la reincorporación de las personas al trabajo o a sus actividades. Los métodos tradicionales nutren el cuerpo, pero pueden desconectar la mente. EntrefocUS busca nutrir la salud cognitiva, nuestra perspectiva, cómo nos sentimos y cómo conectamos. El impacto es diferente.
Cite algunos ejemplos prácticos de situaciones en las que una experiencia EntrefocUS puede ser más relevante que una pausa para el café tradicional.
EntrefocUS nació de este deseo de alejarse de lo automático y lo aleatorio. Una pausa para el café solo sirve para hacer una pausa, pero queremos generar una pausa inteligente, alineada con el propósito de la reunión, del momento. Por ejemplo, en el lanzamiento de un producto o marca, la mesa neurofuncional traducirá la identidad de la empresa en color, sabor y estética, creando una experiencia que comunica tanto como el propio evento y su discurso. El objetivo es alinear, proporcionar enfoque, creatividad y atraer la atención. EntrefocUS nutre, comunica y despierta en todos los sentidos.
¿Hasta qué punto se pueden abordar las cuestiones culturales de cada organización en EntrefocUS Synapses?
Todo está creado para traducir la cultura y el propósito de cada organización en estas experiencias sensoriales y originales en cada mesa. La idea es generar una conexión entre las personas y el evento o la marca. Cada proyecto nace de un proceso de inmersión, que incluye el contexto, los valores y el escenario de cada empresa. A partir de ahí, creo una estética con una narrativa neurofuncional personalizada para traducir todo en una mesa única y creativa. Nada es aleatorio. Debe funcionar como un reflejo de la cultura de la empresa. Es más que una experiencia estética; es la unión de la neurociencia, la cultura y los objetivos. EntrefocUS transforma la cultura en sensaciones.
EntrefocUS cuenta con modalidades para particulares y empresas. ¿Cuáles son las diferencias y especificidades?
EntrefocUS opera en ambas dimensiones, física y corporativa, con la misma esencia, uniendo ciencia, estética y la intención de generar presencia y transformación. La forma en que se aplican es diferente. En el mundo corporativo, funciona como una herramienta estratégica para posicionar, fortalecer y traducir la cultura de marca, incluyendo la conexión humana y la vitalidad grupal.
Se trata de un enfoque estratégico y simbólico, donde cada elemento se trabaja para comunicar y fortalecer el posicionamiento de la marca o su liderazgo. Para las personas, el trabajo es más fluido, más sensorial, con experiencias más íntimas para promover, dentro del propósito, una pausa que genere reconexión y equilibrio. La mesa estará diseñada para reconectar cuerpo, mente y sentidos. El enfoque se centra en trabajar la marca interior, la historia única de la persona. En resumen, en el mundo corporativo, contribuimos al posicionamiento; cuando el público son personas, a la autoconexión.
La propuesta de EntrefocUS son pausas intencionales. ¿Qué intenciones se pueden trabajar en esta experiencia?
Depende del objetivo, el momento, la ocasión. Pero, basándonos en los siete colores, las respuestas fisiológicas y las emociones que queremos trabajar, podemos despertar la concentración, la creatividad, la autoexpresión, la memoria de trabajo, la energía, el equilibrio, la calma, la concentración, la comunicación, la escucha activa, la reflexión, la memoria, la estabilización energética, etc. «Los Siete Colores de la Intención» es la frase clave de EntrefocUS. ¿Qué significa?
Los colores son frecuencias electromagnéticas que necesitan ser codificadas. El color solo existe cuando el cerebro traduce esta frecuencia y cuando tenemos un sistema visual neurofuncional. Es una percepción, algo que no existe fuera de nosotros. Isaac Newton descompuso la luz a través de un prisma, revelando siete colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. Esta rueda cromática está estrechamente conectada con nuestros siete centros energéticos principales, conocidos como chakras o meridianos. Estas son nuestras energías sutiles que gestionan aspectos de nuestra vida, tanto físicos como psicológicos.
Las intenciones se basan en el espectro de los siete colores, que se relacionan con nuestras glándulas endocrinas. El color habla el lenguaje de nuestro cuerpo, y cada alimento tiene una frecuencia asociada. No es solo estética; es ciencia y vibración energética que impacta nuestra presencia, percepción y sentidos, influyendo en nuestras emociones y generando respuestas fisiológicas. En EntrefocUS, creamos cada elección de color con un propósito específico. Al fin y al cabo, todo tiene un propósito; nada puede ser en vano.









